Ricardo Andrés Loyola.
Emplazado en la ladera oriental del poblado de Quilpué, luego de cruzar la temida quebrada que fuera de propiedad de la familia Gamboa en algún tiempo, se encuentra la localidad de El Belloto, denominada desde mediados del siglo XIX, aproximadamente, como “El Sauce” en alusión a la especie arbórea que poblaba los canales y terrenos donde se emplaza el asentamiento, especialmente en su sector central que luego ocupase el recordado aeropuerto.
Como distrito Número 2 de la Subdelegación Número 7 de Quilpué, El Sauce, limitaba hacia 1885, al sur con el riachuelo de Malga-Malga y los deslindes de la hacienda del mismo nombre, el norte con la Hacienda Eastman y Concón, al este con los deslindes de las hijuelas de José Araya y de Andrés Aranda, y por el oeste la quebrada de los Gamboas (Ley de Subdelegaciones del departamento de Limache, Santiago 16 de noviembre de 1885, en Boletín de las Leyes y Decretos del Gobierno, Segundo Semestre de 1885). Anteriormente a esta denominación, nos ha llegado una curiosa pista aún difícil de clarificar, en la cual nos percatamos que esta misma localidad se denominaría Chircana, según lo expone William Lloyd en su informe remitido al Ministerio del Interior y luego este al Congreso Nacional, fechado en el año 1854 donde expone la conveniencia de cambiar el trazado del ferrocarril desde la costa como lo había proyectado su compatriota inglés Allan Campbell, por el actual que va por el interior de la zona central.
Durante todo el siglo XIX e incluso parte de la continuación del mismo, la localidad se continuará llamando de esta manera, sin embargo el ferrocarril, pese a no provocar un gran impacto en su primera etapa en los terruños agrícolas y ganaderos asentados en la zona, irá cambiando y moldeando la nomenclatura de la localidad según giran las ruedas por los gruesos rieles que atraviesan los campos. El proceso de desarrollo que involucra el ferrocarril es de tal importancia que las distintas localidades aledañas a este poblado, así como su cabecera de subdelegación, le deben su razón de existir y su flamante porvenir, sin embargo para la localidad que analizamos el proceso no conllevó de manera inmediata un desarrollo en torno a la vía férrea, toda vez que el trayecto no incluía en su itinerario alguna parada que beneficiara a este caserío.
Es el siglo XX el que ilumina el desarrollo de la localidad, en palabras de Don Exequiel Valencia, tendremos que decir que será la obra graciosa de don José Valencia Vargas, su padre, la que da vida y formación a este poblado teniendo como base un paradero del principal medio de locomoción existente a la fecha, veremos el por qué de todo esto.
A comienzos del siglo que analizamos un grupo de vecinos reclama a la Empresa de Ferrocarriles del Estado una parada en el sector de El Sauce, toda vez que resultaba extraordinariamente peligroso para los vecinos tener que abordar o descender del tren en la estación de Quilpué y avanzar por la quebrada de los Gamboa (actual paradero 18) para llegar a sus hogares, siendo víctimas en el trayecto de salteos y violentos atentados a la propiedad privada y a la propia vida. Por esta razón los habitantes de la zona, cuenta la leyenda popular, comenzaron a solicitar primero al maquinista que se detuviese en el lugar señalado por un gran árbol perteneciente a la especie “Belloto del Norte”, el cual marcaría el futuro paradero que solicitaron los vecinos y que por decreto supremo número 3319 de 13 de diciembre de 1911 del Ministerio de Industria y Obras Públicas se determinó conceder a los vecinos su solicitud y crear el paradero “El Belloto” situado entre las Estaciones de Villa Alemana y Quilpué debiendo estos, los interesados, donar los terrenos necesarios para su establecimiento.
La acción mancomunada de la población hacía posible que se gestara en sus propias tierras el milagro del desarrollo que traía consigo este medio de transporte, es así que en el mes de octubre de 1914, los vecinos formalizan las donaciones de terrenos a los Ferrocarriles del Estado, cediendo para el sector sur de la estación, terrenos los señores Compton y Compañía y el destacado abogado, profesor del Curso Fiscal de Leyes de Valparaíso (hoy Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso) y tratadista de Derecho Internacional Privado, don Darío Risopatrón Barros, en tanto el sector norte de la estación lo ceden los vecinos Jorge Rodríguez Valencia y Exequiel Valencia, los cuatro personajes actúan representados por Guillermo Porton, cónyuge de Cora Wargny, quien fuera dueña de los terrenos del actual sector El Retiro de Quilpué.
Inscrita estas donaciones en el registro correspondiente del Conservador de Bienes Raíces de Limache, la Empresa de los Ferrocarriles del Estado ocupó los terrenos instalando una casa de estación, una zona de carga para el ganado, casas para el personal de las vías y los demás elementos necesarios para la conservación y mantenimiento de esta obra. También, con este avance la localidad adquirió mayor notoriedad y el nombre paulatinamente fue mutando al actual, relegando la denominación “El Sauce” para todo aquello ubicado en el sector sur, traspasado los límites en la misma dirección, del camino que nos une con Valparaíso.
De esta manera sólo bastaba darle forma a la “nueva población” que se comenzaría a dibujar gracias al progreso que traía el ferrocarril, es así que la testamentaria de José Valencia Vargas, antiguo vecino del sector, traza en su partición lo que son hasta ahora las calles y loteos que conforman el sector de El Belloto Centro desde el actual paradero 15 (Avenida El Belloto), hasta cerca del paradero 13, delineando contornos y trazando caminos, demarcando claramente el sector de la estación y conformando de esa manera, el centro de una localidad que va ganando día a día mayor empuje y desarrollo como un sector independiente, con vida e historia propia.
